Birdwatching with Raul Arias De Para
Yellow-throated Toucans

Birdwatching with Raul Arias de Para

By Raul Arias de Para
Businessman and Conservationist
28 June 1992 

During the past five years or so, I have been dedicating a good part of my spare time to bird-watching. I never imagined that this peaceful and apparently useless activity could captivate me so thoroughly. I have discovered, however, that it offers multiple levels of satisfaction and delight; as a result, I have become an avid practitioner.

 I would now like to share some comments about this pastime, hoping to interest the reader in this fascinating activity.

The greatest enjoyment I obtain from bird-watching is the visual delight of the birds’ colorful plumage. For example, watching the flight of a Resplendent Quetzal, with its long, wavy tail and its red breast on the dark-green background of a cloud forest, is an extraordinarily beautiful natural spectacle. This bird’s plumage has a metallic appearance like that of hummingbirds. When the sun shines upon its feathers, they glow as if they had an inner fire. I suppose this is the same sensation art lovers obtain when they admire a painting from a great master. I doubt, however, if any artist in the world can duplicate the glow of the Quetzal in full flight.

Besides the visual pleasure described above, we can also derive intellectual satisfaction when we correctly identify the species of bird that we are watching. This is not an easy task because in Panama there are 1,100 species of birds, including migratory birds that cross our skies twice a year. This number is greater than that corresponding to the United States and Canada together. In other words, in our country there are many bird species in a relatively small physical area, and it is easy to watch them. However, it is difficult to identify them, as we shall see below.

It so happens that in many of the species, the male is different from the female, thereby doubling the number of specimens to be identified. Also, some species vary their appearance during mating season and,  in others, the young are different from the adults. Therefore, in Panama we have approximately 3,000 different specimens which the bird-watcher tries to identify using the English or Spanish name or perhaps even the scientific name in Latin!

On the other hand, some species are almost impossible to see because they remain hidden among the bushes, while others are active only at night. We identify them by their song, thereby utilizing in this peaceful and apparently useless activity of birdwatching, the exquisite sense of hearing.

Lastly, it is important to point out that we have only assessed the effort corresponding to birds in Panama. When we include the species worldwide, the difficulty is multiplied by ten because our country has about 10 percent of the world’s avifauna. It is really a challenge worthy of the keenest mind.

Going into our forests in search of birds also serves to strengthen our commitment to environmental and social causes because it is impossible to be a bird-watcher and to remain indifferent in the face of the deforestation our country is undergoing. I do not know how many thousands of hectares are being deforested by the land-hungry farmers, by the industrial lumber mills and urban construction. Possibly, within the next two generations, Panama’s forests will exist only in the minds of the elders, in museums, and in history books. That is why the bird-watcher is, by nature, a conservationist.

However, a conservationist must not only struggle to conserve the forest, he must also understand the underlying causes of the deforestation and promote measures to decrease it. For example, the exemption of duties on importing lumber, birth control education, and a more balanced sharing of wealth. Bird-watching thus becomes an incentive to attain greater goals.

To walk alone silently in the forests, alert to the slightest movement and the faintest sound, can result in watching a very rare and dazzling bird. Sometimes, the solitude and silence of the forest also make me introspective and allow me to understand Mother Nature’s wordless language. On those rare occasions, I gladly talk to her and allow Mother Nature to lead me by the hand through invisible pathways and indescribable trails. Suddenly, in a clearing beyond the ferns and the trees, I find Old Man Forest awaiting my visit. It is then that I vividly remember that Oriental belief that maintains that one seeks God in the things one loves the most, and it is through them that He reveals Himself. So, bird-watching, that peaceful and apparently useless activity can in the last analysis lead us to God, as every human endeavor should.

Spanish Translation

Durante los últimos años, he estado dedicando gran parte de mi tiempo libre a la observación de aves. Nunca imaginé que esta actividad pacífica y aparentemente inútil pudiera cautivarme tan completamente. Sin embargo, he descubierto que ofrece múltiples niveles de satisfacción y deleite; como resultado, me he convertido en un ávido practicante.

Ahora me gustaría compartir algunos comentarios sobre este pasatiempo, esperando interesar al lector en esta fascinante actividad.

El mayor disfrute que obtengo de la observación de aves es el deleite visual del colorido plumaje de las aves. Por ejemplo, observar el vuelo de un Quetzal Resplandeciente, con su cola larga y ondulada y su pecho rojo sobre el fondo verde oscuro de un bosque nuboso, es un espectáculo natural extraordinariamente hermoso. El plumaje de esta ave tiene una apariencia metálica como la de los colibríes. Cuando el sol brilla sobre sus plumas, resplandecen como si tuvieran un fuego interior. Supongo que esta es la misma sensación que obtienen los amantes del arte cuando admiran una pintura de un gran maestro. Sin embargo, dudo que algún artista en el mundo pueda duplicar el resplandor del Quetzal en pleno vuelo.

Además del placer visual descrito anteriormente, también podemos obtener satisfacción intelectual cuando identificamos correctamente la especie de ave que estamos observando. Esta no es una tarea fácil porque en Panamá hay 1,100 especies de aves, incluyendo aves migratorias que cruzan nuestros cielos dos veces al año. Este número es mayor que el correspondiente a Estados Unidos y Canadá juntos. En otras palabras, en nuestro país hay muchas especies de aves en un área física relativamente pequeña y es fácil observarlas. Sin embargo, es difícil identificarlas, como veremos a continuación.

Resulta que en muchas de las especies, el macho es diferente de la hembra, duplicando así el número de especímenes a identificar. Además, algunas especies varían su apariencia durante la temporada de apareamiento, y en otras, los jóvenes son diferentes de los adultos. Por lo tanto, en Panamá tenemos aproximadamente 3,000 especímenes diferentes que el observador de aves intenta identificar usando el nombre en inglés o español, ¡o quizás incluso el nombre científico en latín!

Por otro lado, algunas especies son casi imposibles de ver porque permanecen ocultas entre los arbustos, mientras que otras solo están activas por la noche. Las identificamos por su canto, utilizando así en esta actividad pacífica y aparentemente inútil de la observación de aves, el exquisito sentido del oído.

Por último, es importante señalar que solo hemos evaluado el esfuerzo correspondiente a las aves en Panamá. Cuando incluimos las especies a nivel mundial, la dificultad se multiplica por diez porque nuestro país tiene alrededor del 10 por ciento de la avifauna mundial. Es realmente un desafío digno de la mente más aguda.

Adentrarse en nuestros bosques en busca de aves también sirve para fortalecer nuestro compromiso con las causas ambientales y sociales porque es imposible ser un observador de aves y permanecer indiferente ante la deforestación que sufre nuestro país. No sé cuántos miles de hectáreas están siendo deforestadas por los agricultores hambrientos de tierra, por los aserraderos industriales y la construcción urbana. Posiblemente, dentro de las próximas dos generaciones, los bosques de Panamá existirán solo en las mentes de los ancianos, en los museos y en los libros de historia. Es por eso que el observador de aves es, por naturaleza, un conservacionista.

Sin embargo, un conservacionista no solo debe luchar por conservar el bosque, sino que también debe entender las causas subyacentes de la deforestación y promover medidas para disminuirla. Por ejemplo, la exención de impuestos a la importación de madera, la educación sobre control de natalidad y un reparto más equilibrado de la riqueza. La observación de aves se convierte así en un incentivo para alcanzar metas mayores.

Caminar solo y en silencio por el bosque, alerta al más mínimo movimiento y al más tenue sonido, puede resultar en la observación de un ave rara y deslumbrante. A veces, la soledad y el silencio también me hacen introspectivo y me permiten entender el lenguaje mudo de la Madre Naturaleza. En esas raras ocasiones, con gusto hablo con ella y me lleva de la mano por senderos invisibles y caminos inefables. De repente, en un claro más allá de los helechos y los árboles, encuentro al Viejo Bosque esperando mi visita. Es entonces cuando recuerdo vívidamente esa creencia oriental que sostiene que uno busca a Dios en las cosas que más ama, y es a través de ellas que Él se nos revela.

Así pues, la observación de aves, esa actividad pacífica y aparentemente inútil, puede en último análisis conducirnos a Dios, como debe hacerlo todo quehacer humano.